sábado, 16 de febrero de 2008

Capítulo X: La angustia de Ginny.

TOMO 2: Primer año en Hogwarts.

Capítulo 10.- La angustia de Ginny.

Con el pasar de los días, el clima se volvía más y más frío, y los relatos a cerca del heredero de Slytherin no cesaban de aparecer por todos los rincones del colegio. Ginny se sentía tan angustiada que le era difícil controlarse. Además, sus pesadillas comenzaron a empeorar. Y para rematar, todos sus compañeros de clase comenzaban a insinuar que Harry había sido el responsable de lo ocurrido.
- ¿Entonces crees que es él? – preguntó un niño de cabello rubio Hufflepuff a otro de Ravenclaw durante la clase de transformaciones, mientras intentaban cambiar unas cerillas en alfileres. Ginny se sentaba dos lugares detrás de ellos junto a Luna Lovegood.
- Me lo dijeron unos alumnos de quinto. Muy probablemente es él. Si tuvo el poder de acabar con quien-tú-sabes, tiene el poder de transformar los animales en piedra, ¿no crees?
- Pues, a lo mejor sí, digo, lo encontraron justo en el lugar.
- Pero si es él o sus amigos, deberían expulsarlos, ¿no?
- Deberían.
- Que bonito – exclamó Luna con voz soñadora, haciendo que Ginny distrajera su atención de aquella conversación.
- ¿Qué dices, Luna?
- Mira – le mostró su medio alfiler. – Ahora brilla más de arriba que de abajo. ¿Qué te pasa?
- ¿Por qué lo preguntas?
- Te ves muy preocupada. ¿Te sientes mal? ¿Se te ha metido un torposoplo?
- ¿Un qué? – preguntó Ginny, un tanto distraída.
- Son criaturas invisibles que te embotan el cerebro. Hoy no he sentido ninguno, pero nunca hay que confiarse, puedes meterse por tus orejas cuando menos te lo esperes.
- Bueno, – alegó Ginny. – No creo que sea nada de eso. Pienso que es el catarro.
- Ah, ya veo. Entonces cuídate de los polespenos, se meten por la nariz y cuando tienes un resfriado, se te pegan en el moco y no te dejan respirar.
- Lo haré – contestó Ginny con una leve sonrisa. Al menos Luna le había hecho el momento agradable.
Al terminar la clase Ginny y Luna se toparon con Colin y los otros dos chicos.
- ¡Ginny! ¿Ya te conté?
- ¿Qué pasa Colin?
- Mark y Joe piensan que Harry es el heredero de Slytherin.
- ¿Ah, sí? – respondió, y no pudo evitar palidecer un poco ante aquella posibilidad.
- Sí, Ginny – dijo Joe. – Es más, tu hermano conoce a Potter. ¿Crees que él también tenga algo que ver? ¿Crees que lo haya ayudado a petrificar a la señora Norris?
- ¡Claro que no! – exclamó Ginny, aún más angustiada que antes.
Se dio la vuelta y se marchó rápidamente, pero la preocupación de su pecho aumentó demasiado hasta que no pudo soportarlo. Encontró un aula vacía abierta y entró en ella. Sentándose en la última butaca, ya no pudo contener el llanto. Tenía miedo que continuaran acusando a Harry y a Ron, tenía miedo de que los expulsaran, tenía miedo de que otro ataque se diera. Pero tenía más miedo del verdadero heredero, no entendía porqué la idea de ese sujeto la angustiaba de aquella forma. Eso sin mencionar que sus pesadillas eran más frecuentes y se sentía tan atrapada en ellas que incluso despierta sentía temor.
Pero, medio de todas aquellas tribulaciones, Tom era el único amigo verdadero que tenía, ya que era el único a quien podía confiarle sus problemas y que de verdad le interesara. Solo Tom la ayudaría.
Pasó un buen rato metida en esa aula hasta que alguien más entró.
- ¡Ginny! ¿Qué haces aquí?, ¿Qué te pasa?
Percy, uno de sus hermanos, la había escuchado llorar desde el pasillo.
- N-nada, e-estoy bien.
- ¿Es por lo de la señora Norris? No te preocupes. Ya encontrarán la cura para ella.
- N-no e-es solo e-eso.
- ¿Piensas que expulsarán a Ron, Harry o Hermione porqué los encontraron en el lugar?
Ginny asintió levemente. Después de todo, Percy jamás entendería sus verdaderas preocupaciones.
- Ellos no fueron responsables, te lo aseguro. No los expulsarán. Tranquilízate y ven conmigo. Ron mismo te lo explicará.
Llevó a Ginny a la sala común, donde Harry y Ron se encontraban terminado algunos deberes de pociones.
- ¿Qué pasa? – preguntó Ron al ver la expresión severa de Percy y los ojos lloroso de Ginny.
- No es nada – dijo Percy. – Ginny solo está preocupada por lo que le vaya a suceder a la gata de Filch. Y piensa que ustedes tuvieron algo que ver.
Ginny bajó la mirada, incapaz de contradecir a su hermano mayor.
- Pero eso es una tontería. El mismo Dumbledor sabe que no fuimos nosotros.
- ¿Lo ves Ginny? – dijo Percy a su hermana. La niña asintió levemente.
- ¿Qué ocurre?
En aquel momento entraban los gemelos a la sala común.
- ¿Qué tienes, Ginny? – preguntó Fred.
- Ginny solo esta preocupada por la señora Norris.
- Pues no deberías – dijo Goerge. – Ya verás que tarde o temprano regresará a rondar los pasillos y atrapar estudiantes in fraganti.
- Aún así me preocupa – exclamó Ginny en un susurro apenas audible.
- Pero si no conocías a la señora Norris – dijo Ron para tratarla de animar. – La verdad es que estamos mucho mejor sin ella. – La niña sintió un escalofrío de espanto y le tembló el labio. – Mira, cosas como éstas no suelen suceder en Hogwarts. Atraparán al que haya sido y lo echarán de aquí inmediatamente. Solo espero que le den tiempo para petrificar a Filch antes de que lo expulsen. ¡Esto es broma…! – añadió al ver como su pequeña hermana se tornada de un blanco papiro.
- ¡Ron, no le digas eso! – exclamó Percy, furioso. – No les hagas caso, Ginny. Ve a cenar algo y luego regresas a dormir un rato, aún te ves muy pálida.

Los días iban pasando conforme el clima se enfriaba, dando paso a noviembre. Otra vez, Percy encontró a Ginny metida sola en el baño, llorando. Su hermano volvió a explicarle que ni Ron, Harry o Hermione tenían nada que ver con el ataque a la gata del conserje y que no los expulsarían, pero la niña no decía nada. Ella creía plenamente en la inocencia de Harry y su hermano, pero era aquella terrible angustia que se había apoderado de su corazón la que la mantenía así y, obviamente, ninguno de sus hermanos podría entenderla, solamente podría hacerlo Tom. Así, la noche previa al partido de Quidditch volvió a platicar con su mejor amigo.
<< ‘Querido Tom – comenzó – aún estoy asustada, no he podido dormir muy bien que digamos, he tenido horribles pesadillas. Creo que algo me sucede, olvido cosas muy a menudo.’ >>
<< ‘No creo que debas preocuparte. La escuela puede ser estresante.’ >>
<< ‘Hay alumnos que piensan que Harry es el heredero de Slytherin, tengo miedo que lo vayan a culpar de algo.’ >>
<< ¿Tú crees que él es el heredero? >>
<< ¡Claro que no, Harry jamás haría algo así! >>
<< ¿En serio? >>
<< ¡Por supuesto, Harry ya salvó al colegio antes y lo hará de nuevo. Él no se quedará tranquilo hasta averiguar quien fue el responsable de lo que le sucedió a la gata de Filch! >>

Al día siguiente, Ginny se dirigió junto al resto de sus compañeros a ver el primer partido de quidditch de la temporada: Gryffidor vs Slytherin. Era un día bochornoso que amenazaba con tormenta. Y comenzaron a salir, primero los de Gryffindor, entre vítores y porras no solo de su casa, sino también de las casas de Hufflepuff y Ravenclaw, que los apoyaban. Luego salieron los Slytherin’s. Para la sorpresa de muchos, a al menos de Ginny, éstos montaban excelentes escobas nuevas Nimbus 2001. El partido comenzó. Ginny nunca había presenciado un verdadero partido de quidditch en Hogwarts. Todas las geniales historias que sus hermanos le contaban eran ciertas. La afición, las porras y el extraordinario juego, todo era fantástico. Ginny pudo observar entre el cielo medio nublado al buscador del equipo de Gryffindor volar muy alto. Se sintió un poco preocupada por él, ya que una bludger estuvo a punto de golpearlo, pero uno de sus hermanos la desvió. Al poco rato, Ginny se dio cuenta de que esa bludger solo perseguía a Harry, lo cual era muy extraño. Entonces comenzó a llover y el juego se detuvo unos instantes, cuando Slytherin ganaba 6 – 0. Regresaron al juego luego de unos minutos. La bludger continuó cazando a Harry por el resto del partido, pero ya no lo defendía nadie. Entonces, en un momento, Harry se detuvo y la bludger lo alcanzó. Ginny soltó un grito de terror al verlo apenas suspendido en la escoba, aún tratando de atrapar la snitch. Y lo consiguió, atrapó la rebelde pelotita dorara y cayó de su escoba. Varias personas corrieron a su encuentro, entre ellos estaba Colin, con su cámara fotográfica. Por un momento Ginny pensó en ir también, pero reprimió ese impulso << ‘no tiene caso’ >> se dijo con una amarga sonrisa, al ver como Ron y Hermione lo ayudaba a llegar a la enfermería. Una vez más, lo contempló desde lejos.

Ginny tuvo toda aquella tarde la intención de visitar a Harry en la enfermería, deseaba ante todo saber como se encontraba, pero no tenía el valor de ir. Colin le dijo que el profesor Lockhart le había desaparecido todos los huesos del brazo derecho y que debía quedarse en la enfermería hasta que los recuperara.
- Esta noche iré a visitarlo – dijo Colin a Ginny antes de la cena, mientras los dos estaban en la sala común – Nunca he andado solo por el castillo de noche y me da algo de miedo, ¿Quieres venir conmigo?
- No lo sé, Colin – respondió Ginny – nos pueden atrapar y castigar.
- Pero quiero saber como está Harry, además le tengo un regalo.
Y le mostró un racimo de uvas en una pequeña canasta. Ginny meditó un momento.
- Está bien, iré contigo.

Aquella noche, Ginny alcanzó a Colin en la entrada del retrato de la señora gorda.
- Gracias por acompañarme. Es castillo puede parecer terrorífico de noche.
- Sí – respondió Ginny vagamente.
Sucedía algo extraño. Ginny sentía que iba como flotando y en cámara lenta, incapaz de controlar sus movimientos, repitiendo en su cabeza la últimas palabras que Tom le había escrito. Apenas y ponía atención a lo que Colin le decía.
- Necesito ir al baño, Colin. Te alcanzaré en la enfermería.
Dijo de repente. Y las palabras habían salido sin ser planeadas, tanto que ni siquiera Ginny estaba conciente de haberlas dicho. Alcanzó el baño del segundo piso. Myrtle, la llorona se encontraba gimiendo en su cubículo, como de costumbre. Al escuchar ruidos salió para ver quien era.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó a Ginny con enfado entre sollozos.
Ginny se limitó a mirarla fríamente, con una sonrisa cruel en sus labios.
- ¿Te pregunto que qué haces aquí?
- Fantasma estúpida.
- ¡¿Qué dijiste?!
- Nunca fuiste nada en vida… ahora eres nada en la muerte.
Myrtle soltó un fuerte sollozo y salió disparada por una cañería hasta que sus gritos desaparecieron en las tuberías. Ginny volvió su vista a uno de los lavamanos y, entonces, con un siseo extraño pronunció: Ábrete.
El grifo giró y el lavamanos se hundió, dejando un hueco. Se deslizó por el y llegó a un túnel oscuro, por el que caminó hasta encontrar una pared con serpientes talladas en ella. Volvió a decir: 'Ábrete'. Su voz fría como nunca se le había escuchado resonó en la caverna mientras la pared se movía, abriéndose otro hueco. Ginny entró por él hasta un gran salón. Llegó rápidamente hasta la estatua más alta de un hombre, al fondo de la cámara. Se detuvo frente a ella. De su interior un ruido de algo gigante moverse llegó hasta ella. Sus labios se curvaron más en una sonrisa malévola. Entonces pronunció: 'Háblame, Slytherin, el más grande de los cuatro de Hogwarts'. La boca de la estatua se abrió y de ella salió una enorme serpiente. Los ojos de Ginny despedían una mirada fría de destellos rojos que opacaban su castaño normal en la penumbra tenuemente iluminada. Sin mirarle directamente dijo con otro silbido: 'Mata al sangre-sucia, va rumbo a la enfermería'. Y la serpiente obedientemente se marchó por una de las tuberías. Sin esperar mucho tiempo, Ginny regresó por donde había llegado. Caminó deprisa hasta alcanzar la torre de Gryffindor. Finalmente llegó a su alcoba donde tenía el diario abierto sobre su cama. Lo cerró con cuidado y se acostó, con él abrazado.

Era la mañana del domingo. El sol apenas se asomaba por la ventana de la habitación de las chicas de primer año de Gryffindor cuando Ginny abrió los ojos. Nuevamente se sentía cansada y con dolor de estómago. Traía puesta su túnica, pero estaba muy sucia y un poco húmeda. Estaba desconcertada, lo último que recordaba era haber estado sentada en la orilla de su cama contándole a Tom lo del partido de quidditch donde Harry se había lastimado el bazo. Salió de su dormitorio y encontró a su hermano Percy muy arreglado para ser domingo.
- Buenos días, Ginny – le dijo alegremente. Aparentemente estaba de muy buen humor. – Es algo temprano para que vayas a desayunar, ¿no crees?
- Sí – respondió ella.
- ¿Estás bien? – preguntó suspicaz. – Te vez muy pálida esta mañana. ¿Seguro que duermes bien?
- Sí, estoy muy bien – respondió tratando de sonar convincente, pero Percy la miraba fijamente y con algo de recelo.
- De unos días para acá te he notado muy distraída y callada. Tú no eres así. ¿Dónde está la niña extrovertida que nunca se calla?
- Sigo siendo la misma – dijo Ginny, aunque ella mismo no lo creía.
- Bueno – dijo al fin Percy, no muy convencido. – Tengo algo importante que hacer en la biblioteca. Ve a desayunar.
Pero antes de bajar a desayunar, Ginny se encontró escribiendo nuevamente en su diario.
<< ‘Querido Tom, Percy me sigue diciendo que estoy pálida y que no parezco yo. Creo que sospecha de mí. ¡¿Qué me pasa Tom?!’ >>
<< ‘A ti no te pasa nada, es solo tu imaginación.’ >>
<< ‘No puede ser solo mi imaginación. Esas pesadillas. Siento que todos me miran.’ >>
<< ‘Solo tienes un poco de estrés, no te preocupes.’ >>

Ginny bajó a desayunar luego de un rato. Esperaba encontrar a Colin emocionado hablando del partido o de Harry. Pero no lo vio por ningún lado. Al regresar a la sala común, sus compañeras de cuarto hablaban muy misteriosas en un rincón junto con los chicos de primero, curiosamente, Colin tampoco estaba con ellos. Ginny se les acercó cuando Amanda, la chica que dormía en la cama junto a ella, le hizo señas de que fuera con ellos.
- ¿Qué sucede? – preguntó Ginny.
- ¿No te has enterado? – dijo Amanda. Todos lucían aterrorizados.
- ¿De qué?
- Hubo otro ataque – dijo Jack – justo anoche.
Ginny palideció tanto y tan de repente que sus compañeros se alarmaron.
- ¿Estás bien? – preguntó Sara, otra de sus compañeras.
- ¿Quién… quién fue…?
- Colin – respondió consternado Andrew.
Ginny se desplomó en el sillón junto a ellos.
- Ha sido terrible – comentó Amanda. – Hace un rato que la profesora McGonagall le dijo al profesor Fickwick.
- Cuando lo supimos, no pudimos creerlo. ¿Ahora que pasará con nosotros?
- ¿Por qué ‘con nosotros’? – inquirió Ginny.
- Pues… somos los de primero, aún somos muy pequeños y no sabemos casi nada de magia. Nos atraparán muy fácil.
- Lo que debemos hacer es nunca estar solos – agregó Andrew. – A Colin lo atacaron porque estaba solo, igual a la gata. No nos pueden atacar a todos juntos, ¿verdad?
- Tienes razón – coincidió Jack.
- ¿Segura que estás bien Ginny? – preguntó Amanda al ver el semblante te la pelirroja.
- Sí… sí… estoy bien… necesito irme.
Y sin más explicación, subió a su cuarto, sacó el diario de Tom y comenzó a escribir.
<< ‘Querido Tom, ha sucedido un ataque, pero esta vez fue un alumno de primero, uno de mis compañeros. Estoy muy asustada.’ >>
<< ‘Tu amigo salió de noche por el castillo, eso no está permitido…’ >>
<< ¡¿Crees que se merecía lo que le pasó por desobedecer las normas?! >> Escribió Ginny, escandalizada.
<< ‘Claro que no, pero si sabía que había un loco suelto atacando a los hijos de muggles, debió pensar mejor las cosas.’ >>
Ginny pensó que Tom tenía razón, pero no lo escribió. Harry y Ron siempre andaban fuera del dormitorio a deshoras y nunca les había pasado nada más que un castigo. El miedo creció más en su corazón. Como si Tom lo hubiera sentido también, aparecieron unas palabras.
<< ‘Estás muy asustada, ¿verdad?’ >>
<< ‘Sí.’ >>
<< ‘No lo estés. Ya verás que esto pronto acabará.’ >>

Para la mañana del lunes, todo el colegio sabía que Colin yacía como muerto en la enfermería y un miedo pandémico se extendió en todos los estudiantes, sobre todo los de primer año. Había rumores y sospechas por doquier, y el blanco principal de esas sospechas continuaba siendo Harry. Ginny se alarmaba cada vez que escuchaba el nombre de Harry en las conversaciones del resto de los alumnos cuando trataban el tema del heredero. Su corazón le decía que él era inocente, pero no había forma de probarlo. Como lo habían dicho sus compañeros, todos los de primer curso viajaban en grupos de aula en aula, mirando recelos a cada rincón oscuro y alumno mayor que pasara junto a ellos. Pero Ginny no viajaba con ellos. Eso la hizo presa fácil para las bromas de Fred y George.
Una tarde Ginny caminaba por un pasillo solitario, acababa de salir de su clase de DCAO cuando percibió algo moverse cerca de la pared. De pronto algo grande y peludo saltó sobre ella, rugiendo y gimiendo como alma en pena.
- ¡AAAHHH! – gritó Ginny cuando la cosa se le acercó más. Soltó su todo lo que traía en los brazos y cayó de rodillas con las manos en la cara.
- Tranquila, Ginny, soy yo – la voz de Fred se escuchó bajo la piel peluda.
- Vaya, hermanita, si que te asustas con facilidad – exclamó Goerge saliendo de detrás de una estatua.
Ginny aún no se levantaba. Estaba temblando de pies a cabeza, pero comenzó a recoger sus cosas sin mirar a ninguno de sus hermanos. Se levantó aún con la cabeza gacha y se marchó corriendo.
Por los siguientes días, Ginny continuaba viajando sola, y sus hermanos continuaron jugándole bromas del mismo tipo. Cada vez que una enorme criatura con una piel diferente aparecía delante de ella, Ginny sentía que su corazón se le iba a salir del pecho, porque en cada ocasión, ella siempre pensaba que era el verdadero heredero o la horrenda criatura de sus pesadillas, que ya ni despierta la dejaba.

- ¡Ya basta! – gritó Ginny a Goerge cuando, por enésima vez, salió de un escondite y la asustó.
- Es para que aprendas la lección – le dijo Goerge con una sonrisa de satisfacción que desapareció cuando una finas lágrimas salieron de los ojos de su hermana.
Justo en ese momento Harry, Ron y Hermione pasaba por el pasillo hacia su clase de Transformaciones.
- Vamos, Ginny, no te pongas así, es solo una broma… - comenzó a decir Fred cuando Percy apareció también.
- ¡¿Qué creen que hacen?!
- Nada… solo una pequeña bromita y…
- ¡Más les vale que la dejen tranquila!, ¿Qué no ven lo que le están haciendo?
- No le hemos hecho nada.
- ¡¿A caso no la ven como está de angustiada y pálida?! ¡Por su culpa ya no puede dormir!, ¡ustedes le han provocado pesadillas horribles!, ¡creen que no me doy cuenta!, ¡pero mamá se va a enterar de esto!…
Percy continuó reprendiendo un rato más a los gemelos hasta que un alumno de tercero pasó por ahí llevando una gran cargamento de amuletos y talismanes para vender en su sala común.

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