viernes, 1 de febrero de 2008

Capítulo I. El nacimiento de una Weasley.

TOMO I. Inicia una vida.

Capítulo 1.- El nacimiento de una Weasley.

Era una noche tormentosa de agosto en un pequeño poblado llamado Ottery St. Catchpole. No muy lejos de ahí, pasando un par de colinas, se escondía una casa de piedra con varias habitaciones añadidas después de su construcción, salían 5 chimeneas por el techo y, cerca de la entrada, clavado en el suelo, había un letrero torcido que decía: "La Madriguera". En el interior se encontraba un gran número de niños pelirrojos, todos con expresión de susto y expectación. De pronto, un trueno y relámpago estremeció la casa, amortiguado solo por el grito de una mujer que se encontraba en una de las habitaciones superiores. El más pequeño de los pelirrojos comenzó a llorar sentado en su cuna, entonces su hermano mayor se acercó a él e intentó calmarlo, haciendo muecas y sonidos raros. Pasados unos minutos, el pequeño pelirrojo reía con las caras de bobo que su hermano hacía, haciéndole olvidar la lluvia y los gritos de su madre. Un par de pequeños gemelos gateaba de un lado a otro, incapaces de satisfacer su ansiedad ante una noche como esa, sin poder salir a jugar, así que intentaban subir a la mesa, brincar en el sillón y esconderse entre los cajones, haciendo que otro de sus hermanos mayores estuviera siempre detrás de ellos para que no se lastimaran. Solamente uno de los pequeños parecía estar conciente de la situación, sentado muy quieto en el último peldaño de la escalera.
En la habitación de arriba, la madre de todos aquellos niños pujaba y pujaba, mientras su rostro se tensaba de dolor y se llenaba de sudor.
- Vamos Molly, solo un poquito más – dijo una mujer de edad madura que vestía una túnica verde. – Tu bebé ya casi está aquí.
Al lado de la cama de la madre se encontraba el padre, un hombrecillo de gafas con cara de asustado, que sostenía con fuerza la mano de su mujer, dándole apoyo, aunque parecía ser él quien se desmayaría de un momento a otro.
- ¡Aquí viene Molly! ¡Un poco más! ¡Eso es!
Molly Weasley dio un último grito que rápidamente fue opacado por el constante y fuerte llanto de un pequeño bebé.
- ¡Felicidades, Molly… es un niña!
Molly, agotada y dolorida, sonrió de oreja a oreja, extendiendo los brazos para que la mujer que la había ayudado a dar a luz le entregara el pequeño bultito pelirrojo enredado en una sábana. Una pequeña y suave manita se asomó de entre las ropas y sujetó con fuerza el dedo índice de su madre tan pronto lo sintió. Ya había dejado de llorar.
- ¡Oh, Arthur, es hermosa!
- Claro que sí, Molly, es nuestra hija. Aunque jamás pensé que sería una niña.
- Yo siempre he deseado tener una hija… con tantos varones. Ahora mi deseo se ha hecho realidad. Gracia Ángela, por venir a ayudarme.
- No tienes porque darme las gracias, Molly. Fue mejor decisión que tuvieras a tu bebé en casa y no en San Mugo. Como están ahora los días, es mejor no salir de casa ni separarse de la familia.
- Lo sé.
- Será una gran bruja, igual que tú Molly… séptima hija de la séptima hija.
Los no tan nuevos papás sonrieron amablemente por el comentario de la sanadora.
- Creo que iré por los niños para que conozcan a su nueva hermanita – dijo papá Weasley.
- Y yo debo retirarme ya.
- Te acompaño hasta la chimenea.
- Sí, gracias Arthur. Muchas felicidades, Molly. Y no te preocupes, que ya le diré yo a toda la Orden lo de tu nueva bebé.
- Muchas gracias otra vez Ángela, y que tengas buen viaje.
Ángela y Arthur desaparecieron por la puerta, dejando a la feliz madre arrullando a su pequeña hija. Unos momentos después, el padre de todos aquellos niños pelirrojos entraba en la habitación, cargando al más pequeño de ellos en brazos y los demás tomados en hilera de la mano.
- ¿Cómo te sientes, mamá? – preguntó el mayor de todos, que tenía unos diez años.
- Estoy muy bien Billy. ¿Quieres conocer a tu nueva hermanita?
- ¡¿Es una niña?! – preguntó su hermano, que era un año menor que él.
- Así es, Charlie – respondió papá Weasley.
- ¡Queremos verla! – gritaron al unísono los pequeños gemelos de unos tres años, alzando anhelantes los brazos para ser subidos en la cama y observar mejor.
Todos los niños se acercaron con gran curiosidad. Incluso el bebé de un año que estaba en los brazos de su padre se mostraba muy curioso ante la nueva integrante de la familia.
- ¿Cómo se llama, mamá? – preguntó el más serio de todos los pequeños, que tenía como cinco años.
Mamá Weasley miró a su esposo y ambos meditaron un momento, entonces ella dijo:
- Su nombre será Ginebra.
Uno de los gemelos frunció el ceño un par de segundos, luego sonrió y dijo:
- Ginny.
- ¿Qué dices Fred? – preguntó su madre.
- Ginny – respondió su gemelo.
- Molly, querida – dijo Arthur, – creo que Fred y George aún no pueden pronunciar Ginebra, así que le han acortado.
- ¡Ginny! – exclamaron los dos riendo. - ¡Ginny! ¡Ginny! ¡Ginny!
- Shsss, la van a despertar. – dijo Charlie.
- ¿Qué sucede, Ron? – preguntó papá Weasley mirando al pequeño en sus brazos, que se revolvía y, al parecer, quería ir con su madre.
- Me parece que quiere ver a Ginny más de cerca.
Arthur colocó a Ron al lado de su madre y el pequeño se acercó muy despacio, miró entre el lío de ropa y encontró la pequeña cabeza roja. Le tomó la mano, la miró unos segundos y luego la quiso morder, haciendo que la niña despertara y comenzara a llorar.
- ¡¿Pero que hace?! – preguntó Bill.
- Creo que Ron quiere jugar, pero ella aún es muy pequeña.
- ¡Queremos jugar nosotros también! – gritaron los gemelos.
- Creo que no – dijo papá Weasley. – mamá debe descansar y Ginny también. Vamos chicos, es hora de cenar.
El padre se llevó a su tropa de hijos. Luego de darles algo de comer, los llevó a todos a dormir (tardando dos horas intentando apaciguar a los gemelos), para ir a descansar él también, ya que aquel había sido un día muuuy largo.

Los primeros días de la pequeña Ginny Weasley en su nueva familia fueron muy ajetreaos. Parecía que eran cientos de personas las que entraban y salían de la Madriguera solo para ver a la pequeña, y sus hermanos ya comenzaban a encontrarlo un poco fastidioso, sobre todo los más pequeños, que sentían un poco de celos al ver que ella tenía tanta atención. Todos los que la veían, brujas y magos por igual, les causaba ternura y decían que sería una gran hechicera. Pero junto con aquellas visitas para conocer a Ginny, también eran visitas que traían malas noticias. Porque en aquella época la vida del mundo de los magos era amenazada. Un terrible mago llamado lord Voldemort llevaba once largos años tratando de apoderarse del mundo, sometiendo a los magos y eliminando a los muggles (gentes no mágicas), así que todos los días había muertos y desapariciones. La madre de Ginny había perdido a dos de sus hermanos en esa terrible guerra.
Habían pasado ya dos meses del nacimiento de Ginny cuando, en la noche de brujas…
- ¿Qué dices, Arthur? – preguntó Molly Weasley a su marido.
- Que Dumbledor está muy preocupado, tiene y mal presentimiento. Ya sabes que él no descansará hasta encontrarlos y matarlos.
- ¿Por qué a ellos? Pareciera que los busca más que a nadie.
- No lo sé. Tal vez son demasiado cercanos a Dumbledor y por eso los quiere.
- Pero, están escondidos bajo el encantamiento fidelio, y nadie sabe quien es su guardián secreto. Ellos están bien protegidos.
- Eso espero. Ya se han perdido muchas vidas en esta guerra.
De pronto, la pequeña Ginny despertó bruscamente llorando con todas sus fuerzas.
- Oh, ¿qué pasa, cariño? – la tomó mamá Weasley en sus brazos y comenzó a pasear con ella, tratando de calmarla.
- ¿Qué pasa mamá? – preguntó Bill entrando en la cocina, donde estaban sus padres y la bebé.
- No es nada, cariño. Ginny está un poco inquieta. ¿Dónde están tus hermanos?
- Charlie está con Ron, que no deja de comer ranas de chocolate, creo que anda demasiado hiperactivo. Percy está con su libro de cuentos y ahora yo estoy buscando a los gemelos, se han escondido y no puedo encontrarlos.
- Creo que ya es hora de ir a la cama – dijo papá.
- ¿Ya? ¿Tan pronto?
- Cielo, es pasada media noche. Ya los dejamos contar historias y comer dulces, ahora deben ir a dormir.
- ¡Esta ha sido la peor noche de brujas que hemos pasado!
- ¿Por qué lo dices, Bill?
- No hemos salido para nada y lo único que tenemos son ranas de chocolate que Ron se ha comido.
- Cielo, sabes que es peligroso salir.
- Lo sé, pero, aún así es muy aburrido.
- Vamos los llevaré a la cama… en cuanto encontremos esos dos.
Unas dos horas después papá regresó a la cocina, completamente agotado, cuando entró por la ventana una lechuza gris llevando una carta en el pico. Los padres dieron un respingo cuando el animal se posó sobre la cuna de la niña (ya que la madre no le despegaba la vista de encima y la mantenía cerca de ella casi todo el tiempo). El padre se acercó y tomó la carta.
- ¡Es de Dumbledor! – dijo algo asustado.
- ¡¿Qué dices?! – respondió su esposa, acercándose para ver mejor.
Arthur comenzó a leer:

Queridos Arthur y Molly:

Les tengo una terrible noticia, los Potter han sido asesinados por - Arthur tragó saliva - quien-tú-sabes (en realidad dice Voldemort, pero Arthur no lo quiso pronunciar). - Molly comenzó a sollozar, mientras su esposo continuó leyendo. - El guardián secreto los traicionó, ahora están en su busca. Pero un milagro ha ocurrido, el pequeño hijo de Lily y James sobrevivió a la maldición asesina…

- ¿Qué ha dicho? – lo interrumpió Molly. Su esposo la miraba, también muy desconcertado. Continuó leyendo.

… Harry ha sobrevivido y 'quien-tú-sabes' ha desaparecido. No vayan a salir de su casa todavía, puede haber muchos mortífagos peligrosos y confundidos, y aún no es seguro. Cuiden de sus hijos, la orden sigue investigando. Yo me haré cargo de Harry. Espero que todos estén bien.

ATTE. Albus Dumbledor.

- ¡Que terrible… los Potter… muertos…!
- ¿Cómo es que un bebé haya sobrevivido? Nadie antes había sobrevivido.
- Es un milagro. Ese pequeño ha salvado al mundo mágico.
- Sí, Molly, pero a un precio muy caro.
- Tienes razón, el pobrecillo se ha quedado huérfano. Y, ¿dices que Dumbledor se hará cargo de él?
- Pues eso dice la carta.
Al pasar los días, la noticia de la desaparición de Lord Voldemort fue recibida con más que alegría. El amigo traidor que había causado la muerte de los Potter, además de una masacre de muggles y un mago, fue arrestado y condenado a Azkaban, la prisión de los magos, de por vida. Varios otros mortífagos (secuaces de Voldemort) fueron acorralados y arrestados. Y así fue como la paz había vuelto al mundo mágico y todos podían respirar una vez más, tranquilamente. En la Madriguera no era la excepción. Todos los niños Weasley vivieron una infancia feliz, educados bajo la supervisión de su madre.

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