jueves, 7 de febrero de 2008

Capítulo V. ¡Qué felices vacaciones!

TOMO 2: Primer año en Hogwarts.

Capítulo 5.- ¡Qué felices vacaciones!

Habían pasado tres semanas desde que iniciaran las vacaciones y Ron había pasado largas horas durante las comidas hablándole a su familia de sus dos mejores amigos, Hermione y Harry. Los gemelos y Percy también hacían sus aportaciones a las pláticas, Percy sobre todo hablando de ellos de cómo rompían las normas. Durante aquellas horas, la pequeña Ginny escuchaba encantada todas las aventuras de Harry y preguntaba a Ron toda clase de cosas acerca de él. Poco a poco, Ginny fue conociendo (indirectamente) a Harry. Y se dio cuenta de que la vida del muchacho no era color de rosa como ella pensaba. Ser famoso no era tan cool como ella creía. El estar bajo la mirada de todo el mundo, los murmullos y cuchicheos que lo seguían a donde quiera que fuera, debía de ser inmensamente desagradable. Gracias a Ron, Ginny comenzó a entender que Harry era como cualquier chico, que desea tener una vida normal y que no le gusta ser el centro de atención. Pero, pese a que no lo busca, Harry no pudo evitar ser famoso en el colegio, ya que lo nombraron buscador de su equipo de quidditch (el más joven en un siglo) y era realmente bueno, tanto que atrapó la snitch en 5 minutos en uno de sus partidos. Ginny también se dio cuenta de que Harry era un gran mago, valiente y arrojado, y que, gracia a él, el-que-no-debe-ser-nombrado no regresaría tan pronto como pudo haberlo hecho, ya que lo enfrentó y salvó la piedra filosofal junto con el colegio. Con el paso de los días, Ginny pensaba más y más en Harry, no como “el chico que vivió” sino como un muchacho que ha pasado por mucho y que necesita de una familia, alguien que se merece un poco de felicidad; y parecía también no conocer otro tema de conversación que no fuera él. Ese pequeño hecho desesperaba a su hermano Ron, a quien no dejaba de molestar.
- Cuéntame otra vez cuando atrapó la Snitch en el partido contra Ravenclaw.
- ¡Ya te lo dijo, no hay mucho que contar, la atrapó en 5 minutos! – respondió exasperado mientras bajaba las escaleras hacia la cocina con Ginny pegada a sus talones.
- Bueno, dime cuando salvó la piedra filosofal. ¿Es cierto que se enfrentaron a un mounstro de tres cabezas? ¿Llegó sólo a donde se encontraba el profesor Quirrell con quien-tú-sabes?
- ¡Ya te lo conté ayer y la semana pasada!, ¡¿quieres dejarme respirar?! – exclamó Ron, muy molesto.
- Que carácter. – dijo Ginny con irritación, que solo duró dos segundos - ¿Ya te escribió?, ¿Cómo ha pasado las vacaciones?, ¿Vendrá de visita?, ¿Cómo lo tratan sus tíos?
Por una vez Ron se detuvo en seco y volteó hacia su hermana.
- No me ha contestado ninguna de las cartas que le he mandado, tampoco a Hermione. – dijo con voz queda más para él que para Ginny.
- ¿Crees que le pasó algo?, ¿estará bien? – preguntó Ginny, asustada.
Ron sacudió la cabeza y continuó bajando a la cocina murmurando algo asó como << 'creo que tengo un plan' >>, aún con su hermana pisándole los talones.
Cuando llegaron a la mesa, Arthur Weasley, su padre, ya estaba sentado y con un plato de comida caliente frente a él, los gemelos y Percy también ya estaban sentados. Al ver al menor de sus hijos varones, papá Weasley le habló.
- Ron tengo noticias sobre Harry.
- ¿Qué le pasó?, ¿está bien? – preguntó, pero no Ron, sino Ginny. Inmediatamente después de haber abierto la boca escondió la cabeza colorada como tomate al ver que toda su familia la observaban sorprendidos.
- ¿Qué pasó, papá? – preguntó, ahora sí, Ron.
- A Harry le han mandado una amonestación oficial de parte de la Oficina Contra el Uso Indebido de la Magia por hacer magia enfrente de los muggles con quien vive.
- ¡¿QUE?! – exclamaron todos.
- Sí. Al parecer Harry convocó un encantamiento levitarorio frente a ellos. Si no tiene cuidado, la próxima vez lo pueden expulsar del colegio.

Pasaron unos días desde que papá Weasley llegó con las noticias de que Harry se había ganado una amonestación por hacer magia fuera del colegio. Ginny seguía muy preocupada por él, al igual que Ron y sus padres.
Aquella tarde Ginny encontró a Ron hablando con los gemelos en un rincón de la cocina, mientras su madre estaba en el patio trabajando en su huerta. De vez en cuando uno de de los chicos alzaba la cabeza como vigilando que nadie los escuchara (o mejor dicho vigilando que su madre no entrara a la cocina).
- Muy bien, ya quedamos. – exclamó Fred, estirando los brazos.
- ¿Cuándo? – preguntó George.
- ¿Qué les parece esta noche? – sugirió Ron.
- No, es muy arriesgado – dijo Fred – Además tenemos que planearlo muy bien.
- Podemos hacerlo esta noche, papá ha avisado que tiene redadas extras, últimamente lo han hecho trabajar bastante. Dijo que se quedará en la oficina, llega hasta mañana. – dijo Ron.
- Está bien, será esta noche. Ahora el único problema es ma…
George se detuvo al ver a Ginny que los observaba atentamente. Ella conocía perfectamente a sus hermanos como para descubrir cuando estaban planeando hacer algo que a su madre la volvería loca.
- ¿Qué nos estás viendo Gin? – preguntó Fred, fingiendo inocencia.
- Nada – respondió Ginny con el mismo tono que él. Su hermano la miró receloso y sorprendido.
- Entonces no tienes porque quedarte ahí como estatua. – agregó George.
- ¿Por qué no? Puedo quedarme como una estatua donde yo quiera, es mi casa.
- No seas fastidiosa Ginny y vete a tu habitación – exclamó Ron.
- Que agradable eres, hermanito, pero no quiero irme a mi habitación. – respondió con desdén. – Mejor díganme lo que están planeando.
- ¿Quién dice que hemos planeado algo? – inquirió George, pretendiendo estar sorprendido e indignado.
- Sí, ¿Quién nos acusa de algo así? – continuó Fred.
- Está bien – exclamó Ginny con hastío – no me lo digan. Al fin de cuentas, no será mi cuello el que esté en peligro de caer en las manos de mamá cuando se entere de lo que sea que vayan a hacer.
Y dando la vuelta altivamente se encaminó a su alcoba, donde se encerró y se puso a escribir otra carta para Harry. Ella acostumbraba a escribir una carta diaria para él, que al final del día terminaba rota y tirada en la basura. No tenía el coraje de enviarla. Además << 'ni siquiera se tomará la molestia de abrirla' >> pensaba justo antes de hacerla añicos con sus manos.

Llegó la hora de la cena. Los gemelos y Ron parecían más callados que de costumbre.
- Ron, estas muy serio. – preguntó Ginny perspicazmente. Sabía que lo que fueran hacer sus hermanos, sería aquella noche y ella quería averiguarlo, si tenía que ser frente a su madre, no le importaba.
- No estoy serio – respondió fulminando a su hermana con la mirada.
- Ron – intervino mamá Weasley – imagino que debes estar preocupado por Harry. Tu padre y yo hemos hablado al respecto. Si para el viernes no te ha contestado iremos a hablar con Dumbledor para decirle si podemos traerlo aquí, con nosotros. Dudo que sus tíos puedan negarse si es el mismo Dumbledor quien se los pide.
- He… sí, tienes razón mamá – contestó Ron mirando de soslayo a Fred y George.

Aquella noche Ginny fue la primera en irse a acostar pero creyó ser la última en dormir. Durante horas se la pasó dando vueltas en la cama pensando en el pobre de Harry Potter en casa de sus malvados tíos muggles. Probablemente quería escapar y no lo consiguió.

Finalmente había amanecido << ¡que escándalo tienen allá abajo! >> pensó Ginny mientras se cubría la cabeza con la cobija. No se quería levantar. Era muy temprano para que su madre ya estuviera gritándole a sus hermanos desde el patio de la casa << 'creo que sí los atrapó' >> se dijo a sí misma << 'eso les pasa por no contarme lo que planean, ja' >>. Pasó un rato y su madre seguía gritando. << 'Bien, ya me desperté' >> pensó Ginny con aire resignado. Se desperezó y se sentó en la orilla de la cama. << 'Creo que ya puedo bajar' >>, después de todo, los gritos de su madre habían cesado. Era temprano para ya estar levantada, pero gracias a sus hermanos, ya no tenía sueño. Todavía llevaba su camisón de dormir cuando iba bajando las escaleras hacia la cocina. Pero al momento de entrar, lo que vio ahí la petrificó por un segundo. El mismísimo Harry Potter estaba sentado en su cocina, al lado de su hermano Ron, desayunando. Lo único que su cerebro pudo lograr que hiciera fue gritar con todas sus fuerzas antes de volver a su alcoba más colorada que un tomate hervido y hecho puré. Corrió escaleras arriba hasta que cerró la puerta de su cuarto tras de sí << ¡no puede ser! >> Se decía, << ¡me vio y yo con bata! >> Tenía el urgente deseo de enterrarse en el jardín con los gnomos y no salir de ahí jamás. Con toda la vergüenza del mundo se metió a bañar y se cambió, pero aún no quería salir de su habitación. En aquel momento escuchó pasos en la escalera cerca de su cuarto. Entreabrió la puerta con la esperanza de que fuera Harry el que pasara por ahí y curiosamente, sí era. Seguía a Ron hasta su alcoba. Durante unos eternos segundos Ginny lo contempló caminar como en cámara lenta. Para ella era un deleite ver su alborotado cabello negro y sus ojos tan verdes como los sapos de la laguna. Entonces, como si lo llamaran, Harry volteó hacia la habitación de Ginny y la miró a los ojos una fracción de segundo antes de que ella diera el portazo, escondiéndose de él.

Pasado un rato se atrevió a salir del cuarto. Casi como si fuera un espía llegó a la cocina, escondiéndose de todo aquel que se le cruzaba por el camino por si era Harry. Aún sentía tanta vergüenza que la hubiera visto en camisón que pensaba que no podría verlo de frente el resto de su vida.
Se sentó a desayunar (aunque ya era casi la hora de la comida) Tomó una salchicha y se la sirvió en su plato, entonces intentó servirse un poco de agua, justo en ese momento entraron Ron y Harry riendo de algún gracioso chiste, eso provocó que Ginny se vaciara la jarra de agua encima y que saliera corriendo de nuevo a su habitación.
<< ¿Cuantas más vergonzosas actuaciones podrás tener frente a Harry? >> Le preguntó una vocecita en su cabeza cuando bajaba nuevamente con otra blusa puesta.

Si hubiera tenido que responderse, se hubiera dicho << ¡miles más, Ginebra Weasley! >>, agregado << ¿cómo puedes ser tan tonta? >> Había pasado una semana desde que Harry se quedara con ellos y Ginny seguía siendo incapaz de no tirar lo que estuviera a su alcance cada vez que él se le aparecía. Incluso tiraba las cosas que no se podrían caer a menos que un terremoto las sacudiera, más cuando Harry le dirigía algún vago << 'buenos días' >> en las pocas mañanas cuando se cruzaban por las escaleras. << ¡¡NI SIQUIERA PUEDES DECIR BUENOS DIAS, WEASLEY!! >> Se gritaba a sí misma cada vez que abría la boca y nada salía de ella.
Entonces, aquella soleada mañana, Ginny ya estaba en la cocina desayunando hojuelas con sus padres cuando llegó una hermosa lechuza marrón cargando 6 cartas de colegio.
- Finalmente llegaron las cartas. Y son seis. – Exclamó mamá Weasley.
- Vaya, Dumbledor sabe que Harry está con nosotros – dijo papá Weasley. – También viene tu carta Ginny, ¿acaso no estás emocionada?
Ginny abrió la boca para contestar, pero justo en aquel instante Harry y Ron entraron a la cocina provocando, como en muchas ocasiones anteriores, que ella intentara coger una cucharada de hojuelas con más fuerza de la que era necesaria, dando como resultado la estrepitosa caída de su desayuno, terminando bajo sus pies. En una fracción de segundo, Ginny ya estaba bajo la mesa recogiendo su plato y escondiendo la cara colorada de Harry. Pero no podía esconderse para siempre, tendría que salir algún día. Se levanto tratando de no tirar la mesa en el intento y dejó su plato. Harry parecía no haber visto nada, pero ella no estaba tan segura. Ya se le había quitado el hambre y tenía el deseo de salir corriendo, pero no lo hizo, tenía que revisar su carta de Hogwarts. De cualquier manera, estaba decidida a no mirar otra cosa que no fuera la hojuela abandonada que quedó sobre la mesa, ni de chiste miraría a Harry.
- Han llegado las cartas del colegio – dijo papá Weasley entregándole a Harry su carta. – Dumbledor sabe que estás aquí Harry; a ese no se le escapa ni una. También han llegado cartas para ustedes dos. – añadió al ver aparecer a los gemelos aún en pijamas.
Todos leían sus cartas del colegio. Ginny sintió una desagradable punzada en el estómago al ver la lista de materiales, y fue como si su desayuno se quisiera escapar de sus entrañas. Sabía que la escuela no era barata, y al ser su primer curso, le pedirían aún más cosas. Ya se imaginaba con muchas de ellas, pero todas pertenecientes anteriormente a sus hermanos. Libros, túnicas, su varita, el caldero… la lista era enorme, más porque incluía toda la colección de los libros de Gilderoy Lockhart. No se imaginaba como sus padres se las iban a arreglar para conseguir todo lo que necesitaba.
- ¡También a ti te han mandado todos los libros de Lockhart! – exclamó Fred examinando la lista de Harry. – El nuevo profesor de DCAO debe ser una fan suyo; apuesto a que es una bruja.
Ginny sonrió cuando Fred se calló de inmediato al ver la expresión asesina de su madre. Era cierto que a mamá Weasley le agradaba bastante ese sujeto, y a decir verdad, pensaba Ginny, << ‘se ve muy simpático y es muy guapo’ >>
- Todos estos libros no resultarán baratos – comentó George, mirando de reojo a sus padres. Finalmente se tocaba el tema del dinero – De hecho, los libros de Lockhart son muy caros…
- Bueno, ya nos las arreglaremos – repuso mamá Weasley, aunque parecía preocupada, al igual que Ginny. – Espero que a Ginny le puedan servir muchas de sus cosas – agregó.
La niña ya sabía que eso pasaría, sería un milagro llevar algo nuevo al colegio cuando son 5 listas de libros las que se tienen que surtir. Ginny continuaba con ese pensamiento en su cabeza cuando una voz la sacó se su ensimismamiento y la trajo a la realidad de golpe. Harry le estaba hablando.
- ¿Es que ya vas a empezar en Hogwarts este curso?
Ginny estaba tan sorprendida que, de haber estado cerca de algo, lo habría tirado. Como de costumbre, no encontró la voluntad para abrir la boca y responder, así que solo asintió con la cabeza sin poder evitar tornarse de un rojo brillante hasta la raíz del pelo. Nuevamente intentó tomar una tostada para distraer la atención y solo consiguió meter el codo en el tazón de mantequilla.
<< ¡PERO SI SERÁS…! >> Se regañaba dentro de su cabeza rezando por que Harry se hubiera distraído con la entrada de Percy a la cocina.
- Buenos días a todos – dijo su hermano con seguridad – Hace un hermoso día.
El muchacho se sentó en la única silla que quedaba, pero inmediatamente se levantó cargando a Errol, su lechuza macho, que parecía apunto de infartarse.
- ¡Errol! – exclamó Ron, cogiendo al ave y sacándole una carta que traía bajo el ala. - ¡Por fin! Aquí está la respuesta de Hermione. Le escribí contándole que te íbamos a rescatar de los Dursley.
Ron rasgó el sobre y leyó la carta en voy alta comunicándoles a todos los saludos de Hermione y la noticia de que viajaría al callejón Diagon en unos días y ver si se podrían encontrar ahí con ella.
- Bueno, no estaría mal, podríamos ir también a comprar su material – dijo mamá Weasley mientras recogía la mesa - ¿Qué van a hacer hoy?
- Vamos a ir a jugar un rato afuera, quidditch – dijo Ron. – ¿Vienes Percy?
- No, gracias – contestó solemne su hermano, que inmediatamente fue a su alcoba y se encerró.
- Muy bien – respondió su madre – pueden jugar, pero tengan cuidado.
Ginny observó marcharse a Fred, George, Ron y Harry hacia el jardín. Le habría encantado ir con ellos para mostrarle a Harry que ella también sabía volar, pero sus hermanos nunca la dejaban jugar, ahora menos porque Harry jugaría con ellos. Así que subió a su alcoba luego de ayudarle a su madre con los trastes a ver si lograba verlos jugar desde su ventana.

No hay comentarios: